Leticia Ocharán fue un talento y un impulso creador que, como muchos otros importantes artistas mexicanos, desarrolló lo más trascendente de su obra pictórica en la atmósfera coyoacanense.

Trayectoria :

EXPOSICIONES

Desde 1968 realizó 53 exposiciones individuales entre las que destacan:
Poliforum Cultural Siqueiros, ciudad de México, 1980
Galería Viva México, Caracas, Venezuela, 1981
Centro de Arte Moderno, Guadalajara, Jalisco 1983
Museo Regional Carlos Pellicer Cámara, Villahermosa, Tabasco, 1986
Museo David. J. Guzmán, San Salvador, 1987
Museo Nacional de la Estampa, Ciudad de México, 1992 y 1996.

Participo en múltiples exposiciones colectivas nacionales e internacionales, como bienales de grabado en Puerto Rico, Argentina, Japón, Turquía, India, Polonia y Alemania.
Sus dibujos viajaron a Inglaterra, España y Mónaco y sus pinturas participaron en las bienales y trienales de Bulgaria, Cuba, Canadá y Colombia.

Representó a México unto con otros artistas en exposiciones de arte contemporáneo en Puerto Rico, Bolivia, Uruguay, Centroamérica, Japón, Malasia y Rusia, y al final de su vida participó en el proyecto artístico chicano-latino Compañeras.

PREMIOS

Entre las distinciones y premios cabe mencionar el Primer Premio de Pintura, consistente en una beca otorgada por el INBA y la SEP en 1978. En 1988 recibió el primer premio en pintura del Concurso de Artistas Tabasqueños y una mención honorífica en el concurso El Quijote, Fundación Eulalio Ferrer; en 1989 fue distinguida por la Universidad Juárez Autónoma de Tabasco con la máxima distinción del gobierno de ese estado; el Juchimán de Plata en el área de artes y letras; en 1990 recibió el premio de segundo lugar en el Salón de Pintura de la Plástica Mexicana, y en 1992 fue seleccionada para representar a México en el Portafolio Internacional de grabado The Hope and Optimism, de la UNESCO, pro-ayuda al proyecto del Heynitz Castle Art Centre and Studios of Namibia, África.

COLECCIONES INTERNACIONALES

Su obra se encuentra en colecciones públicas y privadas de México y el mundo:
Museo Franklin Rawson, Argentina
Centro de Arte Moderno, Jalisco
Banamex, México
Museo Nacional de la Estampa, México
Museo de Antropología, La Venta, Tabasco
Museo del Grabado Mexicano, Bulgaria
Museo de la Estampa, Puerto Rico
Colegio de Bachilleres, México

ORGANIZACIONES ARTÍSTICAS

Leticia Ocharán fue integrante del Consejo Directivo del Salón de la Plástica Mexicana; asimismo, ocupó la presidencia del ARTAC, Comité Nacional Mexicano de la Asociación Nacional de Artes Plásticas de la UNESCO de 1988 a 1994, de la cual fue consejera de honor hasta su muerte. Participó, también, activamente en las corrientes artísticas experimentales como miembro de Núcleo Post-Artes. Representó a nuestro país a través de dichas organizaciones en encuentros de artistas plásticos y visuales, realizados en Huelva, Sevilla y Madrid, España; en Seúl, Corean; La Paz, Bolivia; Sao Paulo, Brasil y San Francisco, Estados Unidos

CRÍTICA DE ARTE

Como crítica y teórica de arte, colaboró por más de 20 años en los principales periódicos y revistas de la ciudad de México. También publicó ensayos en panamá y Bolivia y escribió dos libros: Fontanelly Vázquez; Recuerdos en claroscuro (Instituto de Cultura de Tabasco), y Aurora Reyes. La sangre divina, junto con Roberto López Moreno (gobierno de Chihuahua-CNCA). Fue jurado de importantes actividades de la plástica nacional.

Leticia Ocharán, hasta el último día de su vida, luchó por los derechos de los artistas y por dejar una huella profunda en al arte mexicano. Sin embargo, tras un año de intensa lucha contra una enfermedad incurable, dejó de existir el 23 de octubre de 1997, dejando una gran ausencia en el medio artística.

Leticia Zapiain Ocharán

Savia sabia de Tabasco que dio a luz esa fuente de color que se llamó Leticia Ocharán. Savia que se vuelve río, largo y tranquilo lagarto de agua deslizándose en la adormecida sabana, alimentando ensueños que sólo cuna pueden tener en la languidez del trópico.Savia sabia de Tabasco que dio a luz esa fuente de color que se llamó Leticia Ocharán. Savia que se vuelve río, largo y tranquilo lagarto de agua deslizándose en la adormecida sabana, alimentando ensueños que sólo cuna pueden tener en la languidez del trópico. Sabia que conoce los secretos del rayo bajando por las escaleras de la ceiba sagrada, por donde, en vía inversa, se elevan los secretos de la tierra hasta la curvatura aérea que sólo cuna puede tener en la arrechura y la sensualidad el trópico.

La referencia a tales realidades y la savia que las alimenta, se debe a que con esa energía fue y creció el arte de Leticia, la que no necesitó recorrer los caminos de la descripción para que la fuerza tórrida de que provenía tintara sus cuadros llenos de saViduría (sic). La cita obvia, directa, la fácil descripción, subrayan una sencillez que no iba con ella, tan comprometida en los asuntos de la alta poesía, atendiendo a lo que quiso ser siempre, una mujer en conversación continua con la poesía lírica (su obra abstracta) y la poesía épica (su obra figurativa). Y así lo dejó escrito en sus textos sobre las artes plásticas, y así lo dejó pintado en óleos y acrílicos sobre los que sangraban los soles de Tabasco.

Lectora hasta los huesos de Carlos Pellicer, hasta las neuronas lectora de José Gorostiza, en sus cuadros hay mucho de ellos sin que nunca hubiera tenido que decir: vengan, vean, en este ángulo, en esta espiral, aquí están, son ellos repartiendo el fuego, soledades en llamas con las manos llenas de color, canciones sobre las barcas en las aguas de Tabasco que vienen y que van. Pero Leticia, la alegría de vivir, sabía que los llevaba muy adentro, muy en esa sensibilidad que iba de la emoción al pincel y del pincel a la tela en una cadena de amor interminable.

Leticia pintó para Tabasco dos murales; uno, en relieve para el kiosco de Jonuta en el Parque de la Choca, Villahermosa, y el otro, para el museo del sitio de la Venta, en el litoral del Golfo. En el primero hace avanzar los perfiles de los cinco señores de Jonuta acompañados de sus soles para cumplementar la curva del tiempo. En el otro, el jaguar-dios y la erudita serpiente se entrelazan en una cinta de Moevius que nos lleva –por medio de la magia del arte- de nuestros orígenes a nuestros derroteros.

Como pintora fue del caballete al mural y de los muros trópicos de nuevo al caballete donde, como ya lo apuntábamos, izó tanto los secretos del abstraccionismo como las banderas de un figurativismo que, desde ella eran, también, misterios por resolver.

Pero hubo performances en su actividad de artista, y ambientaciones, y trabajos de poesía visual, y todo tipo de experimentaciones como fuentes que nunca le fueron ajenas, como no le fue ajeno tampoco el grabado, hecho acto civil sobre las mesas de trabajo del Taller de Gráfica Popular, labor que muy bien se emparentó con su infatigable lucha a favor de los derechos y la dignidad de los artistas. Y no sólo era la inspiración sino también el fundamento teórico los que actuaban. Esto la llevó, además, por los vericuetos de la crítica de arte, para lo que ingresó a la Facultad de Filosofía y letras, en la UNAM, para lo que salió de esa Facultad y tomó papel, y tinta... y viento. Por eso es que su arte era sabio, estaba hecho de razón y sentimiento, de meditación y sensualidad, otra vez Pellicer y Gorostiza en llamas para su mano maestra.

Ciudad de México, marzo de 1998.

Homenaje a Leticia Ocharán

Obra Leticia Ocharán
Obra Leticia Ocharán
Obra Leticia Ocharán

Esta obra está protegida por la Ley Federal de Derecho de Autor.
Prohibida su reproducción total o parcial sin autorización previa del autor.
Página principal del sitio de Leticia Ocharán - Homenaje