Leticia Ocharán fue un talento y un impulso creador que, como muchos otros importantes artistas mexicanos, desarrolló lo más trascendente de su obra pictórica en la atmósfera coyoacanense.

De sus compañeros

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Francisco Zenteno Bujáidar

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César Espinosa/ Araceli Zúñiga

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Susana Campos

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Ya que me lo preguntan, Leticia Ocharán es, a mi entender, más o menos como sigue:

Oro y gris. Verde y violeta. Negro y tierra (más bien rojiza). Rosa y rosado. Oro, verde, negro y nuevamente rosa. Amarillo, morado y algo de arena o de ónix. Verde-marino con luces doradas y tonos marfil, como los de su propia estatua.

No. Con puras palabras no se puede pintar. Los colores pintados son otra cosa: ellos sí hablan. Brujería. Verbo cromático. Acción, pasión, estado, movimiento: existencia plástica, en fin, más perenne que la otra.

Leticia dice casi todo con pigmentos y líneas, y lo que no le sale en sustancia visual lo escribe o lo platica hasta agotar la tintaLeticia dice casi todo con pigmentos y líneas, y lo que no le sale en sustancia visual lo escribe o lo platica hasta agotar la tinta. Pero lo que se dice "vivir sólo para sí misma", sin darse en la expresión, eso jamás lo haría. Qué importa si peca con ojos y labios sin pena ni arrepentimiento en función de mujer-artista de tiempo completo a la vez y con igual talento.

Su tierra distante. La tierra suya tropical toda entrelazada de antiguas piedras talladas y sombras y verduras salvajes y reptiles de brillos metálicos con que su fantasía preña papeles y lienzos. Su tierra tabasqueña, sin embargo tan próxima a fuerza de tantos amaneceres que cada mañana la lluvia pasea por sus ojos bonitos y espléndidos. Y que estoy seguro anida en su nostalgia.

Su clara mirada, pájaro sin orilla y sin eco, se inclina sobre el mar que la anuncia. Gracia del ritmo, vaivén de campana. Asombrada mirada que no se aturde ni enturbia ni empaña con los sucios estrépitos de la ciudad-cloaca cotidiana. ¡Qué distinta aquella tierra!, con su cuerpo todo atravesado de subidas y bajadas y de hondas hondonadas, tan humana...

Destello que se desliza sobre el dorso sin fin de la noche...

-¿Y sus cuadros?

Mil ventanas asomadas al patio interior del alma.

Francisco Zenteno Bujáidar
México, D.F. 1981-1983

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Leticia Ocharán, nuestra gran amiga, ha muerto...

Leticia, cofundadora de las bienales de poesía visual...

Leticia, compañera infatigable en todas las tareas de búsqueda y exploración de nuevas rutas para el arte y la creatividad...

Leticia, más allá de partidos y banderías, pero siempre militante y generosa por las causas de los necesitados y de los oprimidos...

Leticia, risa saltarina, provocadora de almas, azote de espíritus flojos...

Ha dejado de estar con nosotros...

Esta pintora, grabadora, escultora y performera, entrañable amiga nuestra, nos acompañó un buen trecho de los andares en los que, desde hace un buen número de años, tratamos de acercarnos al continente quizá bastante explorado pero con grandes territorios vírgenes de la investigación y la experimentación visual.

Esta pintora, grabadora, escultora y performera, entrañable amiga nuestra, nos acompañó un buen trecho de los andares en los que, desde hace un buen número de años, tratamos de acercarnos al continente quizá bastante explorado pero con grandes territorios vírgenes de la investigación y la experimentación visual¡Boooom! Se llamó una de sus propuestas conceptuales, resuelta como peformance en la segunda sección mexicana de poesía visual y grabada en un programa de la Televisión Universitaria... y el libro Signos corrosivos se enriqueció con sus onomatopeyas visuales, que constituyen una verdadera aportación de México a los acervos de la poesía visual universal.

Con ella fuimos a "contradescubrir" el Viejo Mundo, en 1992, en nuestra carabela visual para encontrarnos con Guillermo Gómez Peña y los músicos digitales mexicanos del grupo "Ollesta" a un encuentro/no-te-encuentro con artistas españoles, en el mismísimo Palos de la Frontera, donde, dice Araceli, en algunas tardes y desde las marismas, aún siguen viendo la tierra cuadrada... Allí llevó Leticia su trabajo de danza tigre, de danza leopardo, de danza muerte...

¿Cómo dirigirnos ahora a ti, Leticia de las risas, Leticia de los atrevimientos?

No lo sabemos, compañera de trenes y de carreteras y de monasterios y de danzas nocturnas ancestrales, desde esas tierras que pos-colonizamos en ese año del 92, como sudacas protegidos sólo por nuestro escudo de Sud-Aca: el sur acá, el sur en el norte...

Araceli y yo, a nombre de nuestro grupo, plural y disidente y transgresor, te saludamos, señora de la falda de serpientes... Hasta otro día, Leticia, hasta otro día.

Ciudad de México, 19 de noviembre/1997
César Espinosa / Araceli Zúñiga

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Leticia, amiga con mayúsculas, porque supiste serlo con la grandeza con la que emprendías cada uno de tus actos. Siempre generosa, solidaria y justa; siempre entusiasta respaldando proyectos que te parecían importantes. Siempre orientando con una crítica inteligente el trabajo de tus amigos, crítica que en algún caso me sirvió para corregir lo corregible. La presentación que hiciste a mi exposición de Sexo-Metro Urbano la considero de las más acertadas que me hayan escrito.

Mujer inquieta, nunca te conformabas con algún encuentro consumado, siempre estabas pensando en el siguiente proyecto, ya fuera pintura, grabado, montaje, instalación, performance, todo lo hacías con talento, siempre planteando propuestas interesantes.

Estuviste atenta a todo lo que acontecía en el país, particularmente en el trabajo artístico de los demás creadores; sabías lo que hacía cada quien y tenías una opinión crítica de la obra de los otros. Fuiste promotora y partícipe de los talleres de creación colectiva, como aquel taller de experimentación gráfica al que llegaron a trabajar muchos compañeros.

Es digno de mencionar tu trabajo en la ARTAC, Asociación por la que diste muchas batallas con el propósito de conservarla en beneficio de los artistas y no de aquellos individuos que siempre sacan provecho personal de las agrupaciones, y de señalar también tu desempeño como consejera en el Salón de la Plástica Mexicana.Aquella propuesta que emprendiste con Hernández Delgadillo, Héctor Cruz y otros muchos llamada Nuestro rosto, en el Auditorio Nacional y que fue una de las primeras exposiciones interdisciplinarias que efectuaron varios artistas, ha quedado ahí, para la historia contemporánea de nuestro arte.

Es digno de mencionar tu trabajo en la ARTAC, Asociación por la que diste muchas batallas con el propósito de conservarla en beneficio de los artistas y no de aquellos individuos que siempre sacan provecho personal de las agrupaciones, y de señalar también tu desempeño como consejera en el Salón de la Plástica Mexicana.

Defendiste la dignidad del creador plástico. Te indignaba el trato que le da el Gobierno a los creadores, así como los abusos de los comerciantes del arte. Te informaste de todo lo referente a los derechos de autor y los defendiste en múltiples foros incluyendo tu participación aquella en la Cámara de Diputados. Otro tema que siempre te interesó, fue el trabajo creativo de la mujer, en el cual profundizaste y escribiste en múltiples ocasiones. Todo lo emprendiste con valentía, convicción y entrega a tus principios. Lo que mucha gente desconoce es que todo lo realizaste doblando esfuerzos, pues padeciste de múltiples enfermedades que no te impidieron estar en la lucha por el arte y por la vida.


Susana Campos

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Leticia: tu talento y sensibilidad aún se esparcen por la tierra y tú sigues todavía muy cerca de nosotros. Carlos García Estrada

Tu capacidad crerativa y tu gran inteligencia te hacían un ser profundamente crítico y profundamente justo.
Susana Campos

Leticia Ocharán, una artista y una mujer completa. En nuestra práctica común conocí a Leticia Ocharán¸ pronto me di cuenta de que era una mujer dotada y de convicciones, hechos que se hacían notorios en las asambleas, exposiciones y en sus escritos como crítica de arte. Su obra personal es notoria por la gran sensibilidad, espíritu crítico, actualidad y la revelación de la expresión femenina.
José Hernández Delgadillo

Leticia, para mirar tu estrella me basta el recordarte.
Hersúa

Con este grabado que hice en el Taller de Expresión Artística creado por Leticia Ocharán, brindo homenaje a la gran pintora y mujer que nos entregó su corazón, su sensibilidad y su arte, a la que siempre recordaré con mucho cariño.
Rodolfo Aguirre Tinoco


La gente que sabe hacer amigos y querer a los demás es la más grande para mí. Leticia me enseñó a sentir esto con su trabajo y con su trato, porque nunca antes había encontrado yo un espíritu tan espontáneo y fraterno en alguna persona como con ella, que rodeó de calidez.
Fanny Rabel

En la ardua tarea del arte caminamos juntos. Gracias, Leticia, por tu colaboración, tu ejemplo, tu profesionalismo y tus repetidas muestras de valentía intelectual.
Hugo Covantes

Ha pasado un buen rato pero sigo extrañando a Leti. Decía lo que pensaba y como era tan inteligente, lo que pensaba bien valía la pena. Ella lo decía tal cual, cosa que no es muy común y sí muy valiosa. Luchó muchísimo por vivir, perdió, y nosotros también.
Eleana Menassé

Muy consciente del papel que tiene el artista en la sociedad Leticia Ocharán, pintora excelente, se manifestó siempre de manera fresca y oportuna con imaginación y gran oficio en sus proposiciones plásticas. Sus últimas exposiciones vanguardistas fueron un planteamiento novedoso del momento plástico que vivimos y su trabajo queda en la historia no como un encuentro o acontecimiento, sino como un pasaje permanente de la historia cultural de México.
Arturo Estrada

Leticia Ocharán, sinónimo de metal, ha sido lucha: rojo, negro, línea y color, el zinc y el cobre se doblegaron ante su voluntad estética. Su mano domesticó la línea, el erotismo quedó atrapado en su obra a veces violenta, otras poética. Leticia es sinónimo de fuego, generosidad y reto. Fuego en el enojo ante lo que ella consideraba injusto; generosa al compartir conocimientos y luchas. Retó al mundo de la política y del arte con ojos claros y muy abiertos y los pies firmes en la tierra mientras la imaginación volaba hacia nuevos horizontes de expresión plástica.

Leticia Ocharán permanece en mi memoria, contradictoria, creativa, con la generosidad de haber compartido conmigo, durante 10 años, el espacio de su estudio en la colonia Romero de Terreros, en Coyoacán. La quiero recordar con la alegría de un ya lejano día, danzando mientras la música de New York New York resonaba en las desiertas salas del Palacio Mundial de las Ferias, en la ciudad de México, junto al Monumento de la Revolución.
Laura Elenes

Multimedia: multifacética.
Multihonesta: multienemiga.
Multigenerosa: multihermana.
Multimujer: multicompañera.
Multivaliente: multinacional.
Multiguerrera: multiexitosa.
Multialegre: multiamada.

Leticia Ocharán: yo me la imagino platicando en el cielo con Sor Juana sobre las multiprofundidades del sol y de la noche.
Cecilia Sánchez

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Leticia Ocharán

Obra Leticia Ocharán
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