LA PINTORA Y LOS POETAS
Trascendiendo los relojes
Leticia es la pintora, más que de los cuerpos, del erotismo de los cuerpos. Su modelo no es el cuerpo femenino (o el cuerpo masculino). No es, tampoco, la aproximación eléctrica del uno al otro. Más bien es el instante, que trasciende a todos los relojes, en que los humanos se sobreponen y se tornan pluralidad, confusión y movimiento. Líneas curvas, entrecruzadas, formando círculos que tienden a horadar el material en que se inscriben, podrían haber devenido el realismo puntual y elocuente, de un Héctor Javier o el manchismo indigenista de un Carlos Mérida. Pero Leticia dibuja como el primero y trasciende lo real-empírico como el segundo.
Resultado: su pintura elocuente, emocionada y al propio tiempo contenida, de una plasticidad instalada en la más bella y convincente subversión.
Enrique González Rojo