Leticia Ocharán fue un talento y un impulso creador que, como muchos otros importantes artistas mexicanos, desarrolló lo más trascendente de su obra pictórica en la atmósfera coyoacanense.

PUPILA FEMINISTA
"La crítica como un potencial subversivo" Ysabel Gracida

Leticia Ocharán fue una artista que cumplió sobradamente las tareas de su profesión al propiciar la discusión, la búsqueda, el rompimiento de implícitos no sólo sobre el papel de las mujeres en el arte, sino también sobre la revisión y construcción de algunos mitos que la institución cultural ha generado para reforzar en las sociedades ideas fijas, inamovibles de la naturaleza del arte.

El trabajo de Leticia Ocharán nos ayudó a descubrir y a marcar distinciones en acercamiento al hecho artístico que tradicionalmente estaban poderosamente influidos por ciertos valores que se vuelven opresivos, por los prejuicios que se perpetúan para definir el arte en distintas sociedades.El trabajo de Leticia Ocharán nos ayudó a descubrir y a marcar distinciones en acercamiento al hecho artístico que tradicionalmente estaban poderosamente influidos por ciertos valores que se vuelven opresivos, por los prejuicios que se perpetúan para definir el arte en distintas sociedades. Leticia conjugó de manera extraordinariamente lúcida una conciencia política y una conciencia del ser artista para subrayar y combatir suposiciones y restricciones en el arte y hacer posible el entrecruzamiento de planos de interioridad, de iluminación del presente y del futuro, de la fascinación por el proceso artístico.



Su incursión en distintas disciplinas y técnicas del artista plástico es de sobra conocida y obedece a esa idea de movilidad, de quebrantamiento del orden simbólico restrictivo, de las múltiples reducciones a las cuales obliga una sociedad que no se mueve. Las contradicciones y las complejidades de ser artista fueron motivo no sólo de sus propuestas estéticas en el óleo, el mural, el dibujo, los recursos alternativos diversos, sino de manera más específica en su talentoso trabajo como crítica de arte, como intérprete del proceso creador, como escritora de mirada inteligente y plural que permitió valorar con rigor y propositivamente gran parte de la producción artística de este país y del mundo en un lapso de veinte años.

Las inquietudes intelectuales de Leticia Ocharán se proponen el análisis a fondo de historias oficiales, broncíneas, de procesos de creación y socialización del arte dispares; Leticia también quiso en su labor como crítica encontrar lenguajes adecuados donde tuviera sentido la policromía y no sólo los blancos y negros que promueven las muchas nostalgias condicionantes de parálisis diversas.

El trabajo de Ocharán como crítica está determinado desde finales de la década de los setenta por su participación en medios periodísticos entre los que destacan el suplemento cultural de El Heraldo , el periódico Oposición , la revista Plural en la que firmó durante un lapso significativo la columna "La imagen escrita". Publicó también y fue cofundadora de la revista Zurda , en Diorama de la Cultura de Excélsior , en El Gallo Ilustrado del periódico El Día , en la revista Testimonios que coordinaba el también recientemente desaparecido Manuel Blanco, en la Revista mexicana de cultura de el periódico El Nacional , en el semanario cultural Athenea , de Ovaciones, en el Finsemanario de El Financiero y en la revista Mira por mencionar sólo los espacios en los que Leticia colaboró con regularidad pero es más que evidente que su participación como crítica recorrió los diarios más representativos del país al mismo tiempo que tuvo colaboraciones en distintas publicaciones del extranjero.

Al revisar decenas de sus artículos encontré que su labor como crítica de arte es una labor que conjunta conocimiento (conciencia estética) sensibilidad, claridad en sus juicios, talento propositivo. Para Leticia la escritura en un medio periodístico no significó nunca un trabajo realizado con la idea de lo efímero de la escritura cotidiana, no significó nunca falta de rigor, por el contrario, se observa en su trabajo periodístico una calidad que desmiente lo momentáneo y da cuenta de una labor de investigación y de conocimiento que se traduce en extraordinarias herramientas conceptuales y metodológicas que desmienten del todo algunas preconcepciones que sobre la crítica de arte han sido emitidas desde la tradición.

Pero el rigor, la disciplina, el talento conceptual con el que Leticia se acercaba a las expresiones de otros artistas, de otras manifestaciones de la cultura nunca la hizo una mujer que predicara como desde el púlpito, que se definiera desde la solemnidad de su decir, muy por el contrario, y ello la hace todavía más particular y más entrañable, en el trabajo crítico de Leticia Ocharán la crítica era también producción imaginativa, fantasía, ilusión, propuestas esperanzadoras y optimistas. No acudimos a los textos de Leticia crítica de arte como al regaño en el que se convierte el tono de otros críticos, acudimos a su trabajo como de la mano, como entre pares que al mismo tiempo que trabajan con saberes compartidos también están dispuestos a mirar de otra forma, a permitirse otros acercamientos a la creación, a sus procesos sin que de ellos se deriven verdades incuestionables sino construcciones compartidas.

Vale aquí decir que gran parte de la fuerza de Leticia Ocharán como crítica surge también de su absoluta asunción de una postura feminista muy avanzada que nunca incorporó los absurdos declarativos de muchas posturas de los años sesenta y que lejos de ello mantuvo una posición por la defensa de las diferencias en el género, en este sentido sus textos atraviesan distintas gamas tonales que recuperan el amor, el dolor, la felicidad, el deseo en la travesía de diversos discursos que adquieren nueva mirada, nuevas formas de revitalizar lo otro no sólo en lo que se refiere al género, sino a todo tipo de exclusiones entre las cuales la marginación social se volvería recurrencia no sólo en los temas de su obra como artista sino en sus preocupaciones como crítica.

La tarea de futuros investigadores del arte, ya sea desde los institutos de las universidades o de cualquier otro claustro académico es muy seductora si empiezan a trabajar sobre las publicaciones que hizo Leticia en distintos medios. Se encontrarán allí toda una oportunidad de acercarse a las producciones de las artes plásticas a través de distintas formas y autores. A Leticia lo mismo le vamos a encontrar ensayos sobre cerámica, que sobre arquitectura, fotografía, acuarela, escultura, tecnología, performance o poesía visual. Lo mismo aparecerán en sus textos los nombres de Siqueiros, Felguerez, Goeritz, Guillermo Meza, Aurora Reyes, Francisco Corzas, Henry Moore o Francisco Toledo. Transita por la fuerza de la obra de Gerardo Cantú, Benito Messeguer, José María Velasco, Fernando Castro Pacheco, Carlos García Estrada, Germán Cueto, Pedro Coronel, Vicente Rojo, Roberto Montenegro. Analiza los conceptos y propuestas de las expresiones chicanas así como de Salvador Dalí, Rufino Tamayo, Félix Beltrán, Tapio Wirkkala, Marcelo Bonevardi, Wilfredo Lam, Francisco Peláez o Gunter Gerzso.

Recorre distintas instancias del arte universal a través de momentos y representaciones clave como la Escuela mexicana de pintura, el arte búlgaro, la pintura estadunidense, el posmodernismo, el arte medieval, el arte dominicano, la pintura mexicana de la ingenuidad, el arte colonial en México manteniendo siempre tanto por lo que respecta a la obra de artistas en particular como a concepciones universales de esta expresión su crítica a la falta de imaginación, a la ausencia de verdaderas investigaciones de campo; a las limitaciones de muchos curadores, críticos, promotoresRecorre distintas instancias del arte universal a través de momentos y representaciones clave como la Escuela mexicana de pintura, el arte búlgaro, la pintura estadunidense, el posmodernismo, el arte medieval, el arte dominicano, la pintura mexicana de la ingenuidad, el arte colonial en México manteniendo siempre tanto por lo que respecta a la obra de artistas en particular como a concepciones universales de esta expresión su crítica a la falta de imaginación, a la ausencia de verdaderas investigaciones de campo; a las limitaciones de muchos curadores, críticos, promotores. Son de importancia esencial sus trabajos sobre la relación del arte mexicano y el TLC, así como sus defensas a ultranza de los derechos autorales de los artistas frente a la sociedad de consumo, a los inversionistas, a las pillerías de los grandes consorcios.

Su trabajo en la dirigencia y al interior del Salón de la Plástica Mexicana así como su destacada presencia en la presidencia del Comité Mexicano de la Asociación Internacional de Artes Plásticas (AIAP/UNESCO) fueron motores decisivos para la defensa de un gremio que lamentablemente deja ver más sus propias individualidades, sus relaciones en la sección de sociales en los periódicos, sus quince minutos de fama que la defensa de sus derechos.

Hablar de los hallazgos, de las proposiciones, de las búsquedas de Leticia Ocharán en su trabajo como crítica requiere, sin exagerar, un curso completo que permita leer a fondo centenares de artículos en periódicos y revistas, libros diversos y algunos testimonios que en el audio y el video también se conservan de distintas participaciones sobre temas diversos con respecto al arte, al artista y sus procesos.

Recordar hoy a Leticia no debe convertirse en una nostalgia improductiva, en una fecha que salude su ausencia, por el contrario, se habrá de reivindicar en esta fecha y de modo permanente la significación de una mujer y una artista como ella que con un extenso vocabulario iluminado con la luz de su pensamiento y una abierta defensa al arte honesto y a sus compañeros artistas, dio sentido a la totalidad de su trabajo.

México, DF. 1998
Obra Leticia Ocharán
Obra Leticia Ocharán
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